martes, 1 de abril de 2008

Lo mejor de mi vida

Denisse había dicho siempre que ella era una chica de relaciones estables, pero, luego de un tiempo sin enamorado, consideró la opción de buscar uno que otro chico para pasar el rato. “Solo me voy a divertir; cuando me aburra, los boto” era su lema. El problema apareció, como nos podemos imaginar, desde el comienzo. Feliz y dispuesta a todo, Denisse armó maletas y llegó a Máncora acompañada de unos amigos. El segundo día conoció a Rodrigo, eterno veraneante que pasaba la vida surfeando y bronceándose mientras conquistaba a toda chica que conocía. Mientras ella bailaba con sus amigos, él no dejaba de sonreírle ni de mirarla intensamente. Denisse cayó rendida a sus pies y su aparente seguridad pareció irse al tacho inmediatamente, tanto así que esa misma noche quiso quedarse hasta el final en la discoteca mientras sus amigos se iban a dormir; incluso, inventó un par de excusas para que la última de sus amigas se regresara sola, de modo que ella pudiera quedarse a conocer al galán. Los primeros días en Máncora fueron maravillosos, no había forma de que se despegara de Rodrigo y hasta había dejado de lado a sus amigos, todo era un sueño… así como también lo era el que Denisse tenía ya en mente dejar su vida en Lima para quedarse con él, incluso había decidido que, acorde con la personalidad de su amado, su matrimonio sería uno poco tradicional, a orillas del mar y bajo algún rito inventado.

En una de las noches de salida, Rodrigo observó con alegre sorpresa que había llegado a la discoteca de moda un grupo de europeas dispuestas a pasarla bien. Un par de horas después, Denisse, quien iba de rato en rato a bailar con sus amigos, descubrió a Rodrigo bailando bien apretadito en brazos de una de las recién llegadas, y luego de otra, y luego de otra… bastaron cortos diez minutos para que los abrazos amistosos se convirtieran en apasionados besos. Denisse, sumergida en llanto, le increpó por su conducta, a lo que Rodrigo respondió con un simple “no sé de qué me estás hablando”.

El fin de la historia llegó en ese momento. Denisse recogió sus ropas del hotel y salió directamente a tomar el primer bus que fuera a Lima. Así, se embarcó en un colectivo con olor a gasolina que ofreció llevarla por cien soles en un asiento sin reclinar. Allí, con las imágenes de su matrimonio hippie todavía en la cabeza, pasó del llanto a la reflexión, y de la reflexión a la distorsión; al borde de las tres de la mañana, cuando había recorrido ya varios kilómetros, tomó su celular, abrió el servicio de mensajes de texto y escribió: “Estos han sido días muy felices para mí, no te culpo de nada. Gracias por todo lo que me diste. Te quiero.” Una ternura de chica.

5 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Emarts dijo...

De lo que se siembra, se cosecha :P

Rita Vera dijo...

cielo santo!!!! QUE ARRASTRADA!!!! no te puedo creer que le mando el mensajito de texto.

Respecto a los amigos y lo demas, ella se metio con el pata porque quiso, nadie aca es el cinturon de castidad de nadie, Melisa quiso dejar a todos sus amigos pues es su rollo.

Pero NO PUEDO CREER que haya permitido que el cochinon le malogre las vacaciones y LO DEL SMS es simplemente inaudito.

Amor Serrano dijo...

Gracias por sus comentarios. Aunque no hemos precisado la edad de Denisse, se entiende que ya tiene años suficientes para asumir sus propias responsabilidades. Los amigos podemos aconsejar, sugerir, criticar, etc. pero la decisión final, como siempre sucede, es de cada quien.
Raulín, puedes mandar tus preguntas por mail si es que no las quieres hacer por esta vía.

RocioMoon dijo...

bueno...es que asi pensamos las mujeres, tal ves los chicos no, y a pesar que digamos q no nos vamos a ilusionar somos asi, nos ilusionamos y pues nos proyectamos a veces demasiado, a mi me sucedio, y al final me rei mucho xq me ilusione en tan poco tiempo...pero asi somos pes... =)